Constituyen un fenómeno en auge que ha recalibrado nuestros patrones de consumo, ocio y relaciones sociales.
La penetración masiva de las tecnologías digitales y la accesibilidad inmediata a plataformas de juegos y comercio electrónico han ampliado significativamente la prevalencia de estas conductas adictivas, especialmente entre adolescentes, jóvenes y personas con vulnerabilidades emocionales.
Estudios recientes revelan que la dependencia a estas conductas activa el circuito de recompensa cerebral de forma análoga a las adicciones químicas, involucrando áreas como el núcleo accumbens y la corteza prefrontal, responsables de la motivación y el autocontrol.
Este mecanismo neurobiológico explica la dificultad que experimentan las personas para limitar el uso y la consecuente pérdida de control, acompañada por la negación y deterioro funcional en su vida cotidiana.
Este blog analiza las causas, los perfiles más frecuentes y las claves para intervenir de forma preventiva y terapéutica.
La hiperdigitalización
La hiperdigitalización, caracterizada por la integración constante de dispositivos digitales en todas las esferas de la vida –trabajo, estudio, ocio y socialización– ha difuminado las fronteras tradicionales entre uso y abuso, facilitando la instauración de hábitos compulsivos.
Datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) indican que más del 10% de los jóvenes en países desarrollados presentan síntomas compatibles con trastornos relacionados con el uso problemático de internet y videojuegos, destacando la urgencia de estrategias preventivas y terapéuticas efectivas.
Adicionalmente, las compras online, que se han disparado en la última década, son ahora objeto de investigaciones que alertan sobre su capacidad para desencadenar ciclos de gratificación rápida acompañados de impulsividad y endeudamiento creciente, comparándose con la adicción al juego.
Los perfiles
Entre los perfiles más susceptibles a desarrollar adicciones comportamentales destacan no solo adolescentes con dificultades en la regulación emocional –un factor vinculado con trastornos como la ansiedad y la depresión–, sino también personas con antecedentes de adicción a sustancias o patologías duales, donde se solapan problemas psicológicos y conductas adictivas. La soledad, el estrés crónico y el vacío existencial son otros ecosistemas emocionales donde estas adicciones prosperan, según diversos estudios clínicos publicados en revistas como “Addiction” y “Journal of Behavioral Addictions”.
Tipos frecuentes de adicción comportamental
En cuanto a los tipos predominantes, el uso de pantallas abarca desde redes sociales y videojuegos hasta el consumo compulsivo de contenido a través de plataformas de streaming, cada uno con características que estimulan el refuerzo intermitente y dificultan la desconexión. Las compras por internet, consideradas una forma moderna de adicción, están impulsadas por estímulos emocionales y el fácil acceso, mientras que las apuestas deportivas y juegos online combinan la accesibilidad, el anonimato y la incertidumbre para consolidar un patrón adictivo que se asocia con altas tasas de endeudamiento y problemas familiares.
La intervención
La intervención efectiva en este ámbito demanda una evaluación exhaustiva que incluya aspectos contextuales, motivacionales y funcionales, así como un abordaje terapéutico personalizado enfocado en la modificación de hábitos, desarrollo de la autorregulación emocional y reconexión con actividades significativas. En este proceso, el papel de la familia y las redes de apoyo resulta fundamental, reforzando la adopción de un modelo integral. La prevención desde la educación emocional y el acompañamiento informado en el uso de tecnologías son herramientas claves para mitigar la incidencia futura de estas adicciones.
Finalmente, es interesante resaltar que la investigación actual está explorando tratamientos innovadores, desde terapias cognitivo-conductuales específicas hasta enfoques asistidos por tecnología, como aplicaciones de mindfulness y control del tiempo de pantalla, mostrando resultados prometedores en la mejora del autocontrol y la reducción de recaídas. La comprensión profunda del fenómeno y el desarrollo de intervenciones humanizadas son esenciales para afrontar este reto sanitario global en la era digital y promover la recuperación de bienestar físico, psicológico y social.
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