CENTRO SANITARIO DE DESINTOXICACIÓN EN MADRID

Sabemos que si estás leyendo esto es porque algo en tu vida ya no da para más. Puede que estés harto, que tengas miedo o que no sepas si estás haciendo lo correcto. Lo que sientes es completamente normal.

Entrar a un centro de desintoxicación no es fácil; es un cambio fuerte, real e incómodo, pero necesario. Por eso queremos contarte sin rodeos qué puedes esperar de ese primer día: lo bueno, lo difícil y lo que suele pasar. Nuestro objetivo es que no te pille desprevenido y que sobre todo no sientas que estás solo en esto. 

Cuando llegues, nadie te va a juzgar. No venimos a regañarte, ni a mirarte mal. Lo que has vivido hasta ahora ya es suficiente para mostrar respeto y comprensión. Serás recibido por personas que han visto muchas situaciones y entienden que estar mal no te hace mala persona, sino alguien que necesita ayuda. Te harán algunas preguntas médicas y personales para saber qué sustancias has consumido, durante cuánto tiempo y cómo está tu cuerpo. No es para molestarte, sino para que puedan ayudarte mejor; toda la información quedará entre nosotros.

Es posible que tu cuerpo comience a reaccionar y manifieste síntomas de abstinencia, cuyo tipo e intensidad dependen de la sustancia consumida, el tiempo de uso y tu salud general. Puedes sentir dolor de cabeza, sudor frío, temblores o náuseas, dificultad para dormir o somnolencia excesiva, y ansiedad física, como si tu cuerpo estuviese en alerta constante. Lo positivo es que no estarás solo: terapeutas, psicólogos y monitores estarán contigo todo el tiempo. Además, contamos con la colaboración de un psiquiatra experto en patología dual, Néstor Szerman. Si necesitas medicación para aliviar los síntomas, podremos agendar una consulta lo antes posible e incluso hacer alguna consulta en el mismo momento. La prioridad no es que sufras más de lo necesario, sino que comiences a sanar.

Quizá lo más duro no sea el cuerpo, sino lo que pasa por tu mente. Pensamientos como “¿Qué hago aquí?”, “No aguantaré ni una semana”, “Quiero salir corriendo” o “¿Cómo llegué a esto?” son comunes y han sido escuchados muchas veces. Sin embargo, la mayoría de personas que aguantan un día, permanecen más tiempo, porque comienzan a entender que salir de la adicción no es solo dejar de consumir, sino también empezar a vivir de nuevo.

No te vamos a exigir nada el primer día. Este es un momento para que empieces a aterrizar, conozcas el lugar, a la gente y, sobre todo, para que respires un poco. Puede que tengas una charla con un terapeuta o participes en una actividad tranquila, pero si no te sientes preparado, está bien. Lo más importante es que estés aquí, que no hayas dado marcha atrás y que hayas aguantado.

¿Qué deberías traer? Nada raro: algo de ropa cómoda, tus medicamentos o informes médicos si los tienes, y ganas de intentarlo, aunque sientas miedo.

Lo que nadie suele decir, pero deberías saber, es que habrá momentos en los que querrás irte, pensarás que esto no es para ti, que es demasiado tarde o que estás demasiado roto. Todo eso es mentira de tu cabeza adicta. Esa voz que te dice “esto no va a funcionar” es la misma que te llevó a tocar fondo. Y aunque el primer día puede ser difícil, también puede ser el primer día del resto de tu vida. Empezar, aunque sea con miedo, ya es un acto de valentía inmenso.

No estás solo. Nunca lo estuviste. Estamos aquí para ayudarte, con la verdad por delante, empatía y sin falsas promesas. Pero con la certeza de que sí se puede salir, aunque cueste, aunque duela y aunque tardes. ¿Te da miedo? Perfecto. El miedo no es el fin; a veces, es justo el comienzo.