En este artículo, exploramos cómo el insomnio crónico impacta en la neurobiología de la adicción y qué estrategias integrativas pueden aplicarse desde el inicio del tratamiento.
El insomnio altera el sistema dopaminérgico, que está implicado en el circuito de recompensa del cerebro. La falta de sueño reduce la tolerancia al estrés, aumenta la reactividad emocional y disminuye el autocontrol. Estas alteraciones pueden llevar a que los pacientes con insomnio desarrollen más antojos y conductas compulsivas, lo que incrementa el riesgo de recaída. Además, el insomnio crónico puede exacerbar trastornos de ansiedad y depresión, que son altamente prevalentes en personas con adicciones.
Durante la fase aguda de desintoxicación, el insomnio es casi universal. En la fase de mantenimiento, puede cronificarse si no se aborda desde el inicio. Las asociaciones frecuentes incluyen ansiedad, depresión y trastornos por consumo de hipnosedantes.
Estudios muestran que la presencia de insomnio crónico incrementa el riesgo de recaída entre un 30% y un 50%. La privación de sueño desregula el eje HHA (hipotálamo-hipófisis-adrenal), lo que contribuye al descontrol emocional. En muchos casos, el paciente recurre a la sustancia no solo por el craving, sino como un intento desesperado de “poder dormir”.
Para abordar el insomnio de manera efectiva, es crucial implementar estrategias integrativas desde el inicio del tratamiento. La terapia Cognitivo-Conductual para el insomnio (CBT-I) es una intervención psicológica eficaz que incluye técnicas como el control de estímulos, la restricción del sueño y la terapia cognitiva. Además, la higiene del sueño y la regulación de los ritmos circadianos son fundamentales. Esto puede incluir mantener un horario regular de sueño, evitar estimulantes antes de dormir y crear un ambiente propicio para el sueño.
Otras técnicas como el mindfulness, la relajación progresiva y los ejercicios de respiración también pueden ser beneficiosas. En algunos casos, puede ser necesario el uso de tratamientos farmacológicos. Los nuevos fármacos basados en orexinas, que no generan dependencia y tienen menos efectos secundarios, pueden ser una opción viable. Sin embargo, es importante tener en cuenta que el uso de benzodiacepinas y otros hipnóticos debe ser cuidadosamente monitoreado debido al riesgo de dependencia.
El rol del equipo terapéutico es crucial en el manejo del insomnio. Desde el primer contacto, el insomnio debe ser abordado de manera activa. El personal debe registrar patrones de sueño y nivel de descanso, e incluir el sueño como un objetivo terapéutico explícito. Abordar el insomnio crónico de forma activa y transversal puede marcar la diferencia entre una recaída y una recuperación sólida y sostenida.
El sueño no es un lujo en el tratamiento de las adicciones, es un pilar fundamental. La implementación de estrategias integrativas y el abordaje activo del insomnio crónico pueden mejorar significativamente las probabilidades de una recuperación exitosa.
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